Se entiende la Espiritualidad de Comunión como la manera de vivir en una relación fraterna y armoniosa con toda la sociedad. Se asume como el marco institucional que propicia una manera de ser, pensar y actuar de todos sus miembros en una experiencia con Dios, con los otros y con la naturaleza, en el desarrollo de acciones a favor de las comunidades campesinas y de los pobres.

Se entiende la vocación de servicio como una actitud que implica utilizar la propia capacidad, esfuerzo e inteligencia para ponerlas en acción para ayudar a otros desinteresadamente. En términos institucionales implica esta misma actitud en las acciones que van más allá de las responsabilidades propias de las funciones del cargo que se desempeña.

La justicia denomina lo que se debe hacer según el derecho, la razón y la equidad; se establece para recomponer las condiciones de injusticia y el equilibrio a favor de quienes no son tratados con justicia. Como justicia social se refiere al conjunto de decisiones, normas y principios que son considerados razonables por un colectivo social determinado y que permiten un desarrollo de sus miembros en condiciones de equidad, garantizando condiciones de trabajo y de vida digna para toda la población.

La solidaridad implica el compromiso desinteresado con otro que está en situación de necesidad, sin ninguna distinción y sin ningún interés diferente a la vivencia de las convicciones de justicia e igualdad.

Se entiende como la voluntad de identificación de un individuo con los objetivos y valores de la institución, la capacidad de involucramiento con sus metas y el deseo de pertenecer y participar activamente en ella.

En la institución implica el aprendizaje individual y el institucional. El individual es la mejora que se obtiene cuando se adquiere habilidad, eficiencia o practicidad a partir de la propia experiencia y la adquisición o actualización de conocimientos teóricos. El aprendizaje institucional surge del análisis y sistematización de las prácticas para el cumplimento de la actividad misional. El Mejoramiento Continuo es un proceso constante que involucra los esfuerzos y capacidades tanto individuales como institucionales, donde la perfección nunca se logra pero siempre se busca.

Se entiende como algo natural de todo ser humano; social y culturalmente consiste en la capacidad que tiene el ser humano de darse una ley moral a sí mismo, la cual debe ser garantizada por el Estado y por ello se establece su carácter de inviolable. En la visión cristiana esta dignidad procede de la condición de Hijos de Dios y reside en la capacidad de acatar y observar la ley moral que procede de Dios, por lo cual es considerada igual para todos e inviolable.

Se entiende la excelencia personal como un camino, una actitud mental y una posición ante la vida, en donde el ser humano se siente capaz, buscando siempre lo mejor. En otras palabras se puede definir como la manera en que el individuo hace las cosas desarrollando todo el potencial posible, sin perder tiempo en buscar excusas o razones para demostrar que algo no se puede hacer. La excelencia institucional se entiende como el conjunto de prácticas sobresalientes en la gestión y el logro de resultados basados en actitudes de liderazgo y perseverancia, procesos y hechos, implicación de las personas, mejora continua e innovación, alianzas mutuamente beneficiosas y responsabilidad social.